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La vida, hermoso don

Posted by Luis Antonio Curiel Calleja on 3/31/2009 12:46:00 p. m. in
La vida es un hermoso don, el más bello regalo que nos ha concedido la propia naturaleza humana. Para los que nos confesamos cristianos, podríamos decir que la vida es un “don de Dios”, su “obra maestra”.
En las últimas semanas estamos viviendo claras posturas a favor de la vida y contra diversas políticas que se pretenden llevar a cabo. Sin entrar en consideraciones, lo cierto es que existe una manipulación sibilina del propio lenguaje, cuando denominamos al aborto “interrupción voluntaria del embarazo”. Una cosa que se interrumpe puede continuar posteriormente. ¿Es posible seguir embarazada después de esa “interrupción voluntaria”? Por favor, llamemos a las cosas por su nombre, pues esas “palabras llave” que pretenden edulcorar duras realidades están adormeciendo muchas conciencias en la actualidad.
Mi postura es claramente a favor de la vida, una defensa al mayor don que la propia vida nos ha concedido, especialmente a las mujeres, que llevan en sus entrañas al hijo que va a nacer. Basta ver en un hogar la llegada de una nueva criatura para comprender lo que significa la vida, la alegría,… Actitudes y vivencias que chocan con aquellas mujeres que han abortado, en la mayoría de los casos presionadas por el entorno en el que viven. Es un trauma que arrastrarán durante toda su vida. Hay numerosos testimonios que recogen estas vivencias y que pueden ser un punto de partida para nuestra reflexión y consideración personal. Resulta paradójico que una chavala de 16 años pueda abortar libremente, sin permiso de sus padres y necesite autorización de los mismos, por ejemplo, para una excursión escolar. ¿Esto es un derecho? En fin, que vendemos “derechos” por doquier, como si estuviésemos en un mercado donde lo importante son las normas, sin importarnos las personas y aquellas situaciones que hay detrás de ellas.
Concluyo con unas palabras de José Ignacio Munilla, obispo de Palencia, que referente a este tema nos recuerda lo siguiente: “Lo cierto es que, mientras discutimos, el aborto ha llegado a ser la primera causa de mortalidad en España. En toda nuestra dilatada historia, si excluimos la Peste Negra en la Edad Media, ninguna guerra, enfermedad o catástrofe, ha acabado con tantas vidas humanas. Lo que está en juego es algo tan básico, como nuestra capacidad de conmovernos por la suerte del inocente. ¡Es cuestión de humanidad, de solidaridad y de misericordia!”.

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Pongamos que hablo de Madrid por una provinciana

Posted by hnos. mckeltar on 3/30/2009 03:35:00 p. m. in
Pongamos, por poner, que hablo de Madrid. Un lugar donde todo parece surgir del céntrico punto kilómetrico cero. El punto de mira hacia el que todo centralista tiene que girar su cuello si quiere enterarse de lo que acontece en el universo de esta España rendida a los dos cojones y las banderillas toreras --de las que se comen y de las que se clavan--.Circulando, acorde con tal entusiasto sentimiento capitalino y soberbio, una muchachilla venida de provincias llega a la que fue su casa tras más de dos años de ausencia. Allí se encuentra con algo a lo que nunca daría importancia si no fuera porque los años no pasan en balde. No, no lo piensen ustedes, no es que ronde los cincuenta. Es que a veces, en la lejanía, las cosas se suelen ver de distinta manera.Por ello, cuando se encuentra con su ex pareja en un afamado centro comercial de venta "ambulante" de libros al por mayor, excento del encanto de esas pequeñas librerías provincianas no puede por menos que reflexionar. ¿Dónde se encuentra el tendero que con tanto ahínco me enseñaba las nuevas novedades editoriales y enfocaba mi lectura hacia nuevos ámbitos de conocimiento? De eso, señores, no queda nada. De hecho, si preguntas a uno de esos hombres o mujeres que supuestamente deben conocer gran parte de lo que en su tienda se conoce, ellos simplemente responden con un... "no sé, tal vez encuentre algo en la base de datos del centro". Nadie parece saber nada. Desilusionada, abandono el lugar por una de las puertas traseras del recinto. Tampoco es cuestión de hacerse notar en demasía. Mis pasos se dirigen ahora hacia la Gran Vía. Allí, un hombre, parece tener todas las respuestas al tiempo de desaceleración económica que vivimos en estos momentos --para algunos-- o la consabida crisis para otros.Asustada ante tanta elocuencia, no tengo por menos que quedarme a escuchar como ese hombre da instrucciones acerca de la vida y la situación financiera. Enjunto, canoso y regordete el señor asegura al limpiabotas --afanado en pulir bien los zapatos de más de 90 euros del hombre-- la situación actual. "Todo querido amigo responde a la caída del muro de Berlín, desde entoces el capitalismo ha ido uniéndose a ideas marxista que han hecho que nuestro sistema financiero cambie". Yo, que solamente soy una provinciana, jamás llegaré a enteder este alegato.Continúo mi marcha observando que la crisis no debe ser para tanto. Todos los centros de ocio están llenos. Al fondo, el teatro de Gran Vía cuelga su cartel de "no hay entradas". En todos los años que estuve cohabitando con esta inmensa ciudad tan sólo he podido asistir a tres obras de teatro alternativo, de esas que no tienen mucha publicidad. Aquellas cuya entrada cuesta más de 60 euros siempre tenían ese mismo cartel. Por ello, en más de una ocasión he llegado a pensar que todo se trataba de una campaña de marketing bien estipulada para generar entre los consumidores más ansiedad hacia el producto ofertado haciéndoles pensar eso de "coño, si está lleno será poque la obra está bien". Tampoco vamos a ser malos, las obras teatrales de Madrid son mejores cuando se ven en Madrid y no tienen nada que ver con su misma representación en las provincias aún cuando la compañía teatral y los actores principales sean los mismos. Es lo que hay. Es el encanto de la gran ciudad que nunca duerme, ¿o eso era Nueva York?Continúo mi marcha y giro a la derecha para entrar en la calle Montera. Esta calle tiene mayor encanto. Al menos es realista o surrealista. Los vecinos están cansados de la prostitución, los policías miran a las prostitutas desde su nueva sede ubicada justo enfrente de una gran tienda de vestidos de novia. Recuerdo con melancolia la primera vez que entré en esta calle. A ambos lados un grupo de prostitutas latinoaméricanas en su mayoría y rumanas en suminoría colpasaban las aceras. Algunas miraban vestidos de novias, y es que, en esta calle hay al menos cuatro tiendas que venden sus productos de ensueño. Lo paradójico de la situación es que la gran mayoría de los clientes de estas mujeres son hombres casados, padres de familia y conservadores tal y como ellas alguna vez me han comentado. Por ello, desde el distanciamiento del tiempo pienso ahora que lo que en un principio me pareció una mirada de ensoñación tal vez sea unamanera de mirar irónicamente un futuro que desean no sufrir. Mayka, una de esas mujeres avejentada por el frío de la noche, sube ahora hacia una pensión donde ha alquilado una habitación. Acompañada, por supuesto. No intenten buscar a Mayka, evidentemente este es un seudónimo que me he inventado sobre la marcha. Si les diré que la mujer de la que hablo no es ficticia, que está casada y que tiene dos hijos en un país lejano a los que intenta traer de regreso. Este trabajo supletorio le ayuda a vivir en una ciudad donde los pisos en alquiler, a pesar de haber bajado, todavía se encuentran por encima de los posibles de muchas personas. La pronvinciana continúa caminando. Ahora me siento más segura, vuelvo a formar parte de la gran masa de población anónima de Madrid. Entro en el metro sin recordar ya el plano del mismo. Ahora jamás me podría presentar a ese popular concurso donde conocer las estaciones de este tren urbano es imprescindible para un buen éxito. Próxima parada: Puente de Vallecas.

Posdata: Sorpresa compañeros. La próxima vez publico algo que no pertenezca a mi blog personal, hoy la prisa podía más que la conciencia.

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Círculo de acosadores

Posted by Javi Montero on 3/27/2009 01:37:00 p. m. in
Por si no tuviera suficiente con esquivar a los repartidores de periódicos gratuitos, a los que piden limosna, a los que compran oro, a los reclutadores de Greenpeace, a los que te entregan panfletos de academias de idiomas, curanderos senegaleses o restaurantes chinos, desde esta semana un nuevo y más peligroso obstáculo se ha erigido entre el metro y mi trabajo. Son los del Círculo de Lectores. Apostados a la salida de los tornos han hecho del vestíbulo de entrada al subterráneo un campo de minas de difícil salvación. Cada día, organizados en ejercitos de dos, tres, cuatro y hasta cinco efectivos, los soldados del Círculo se abalanzan sobre los usuarios del metro con la misma sonrisa falsa, el mismo tono de comercial, la misma pregunta: "¿Te gusta leer?". En ese momento entran en juego los resortes de la socialización que te obligan a ser educado.

Día 1. 9.30 h.
- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- Lo siento, llevo prisa.

Día 1. 18.00 h.
- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- No me interesa, gracias.

Pese a los esfuerzos por enviar señales de desinterés (paso acelerado, cascos en las orejas, gafas de sol...), al día siguiente se vuelve a repetir la misma escena, eso sí, ya sin los "lo siento" y "gracias" de cortesía.

Día 2. 9.30 h.
- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- Llevo prisa.

Día 2. 18.00 h.
- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- No me interesa.

Al tercer día uno piensa que tal vez deba ser más cortante.

Día 3. 9.30 h.
- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- Soy más de escuchar música.

Día 3. 18.00 h.
- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- Lo odio.

Cuatro días después nada cambia. Uno piensa en cómo es posible que no recuerden su cara. La paciencia se agota y los exabruptos brotan con facilidad.

Día 4. 9.30 h.
- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- Que pesados sois. No me interesa, ¡joder!

Día 4. 18.00 h.
- Hola, per...
- No, no perdono.

Hoy la historia continúa sin que se vislumbre un fin cercano. Así que más vale armarse de paciencia y tirar de ironía.

Día 5. 9.30 h.
- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- Mucho, por eso me hice socio con vosotros.

No sé cuanto durará la campaña, pero por si acaso voy a ir preparando algunas respuestas más.

- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- Por supuesto, pero gratis. Ya sabes, bibliotecas públicas, internet, botes de champú...

- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- ¿Y a ti?, por que si te gusta me podías dejar unos libros.

- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- Sí, pero sólo autores japoneses en versión original. ¿Tenéis algo de 大江 健三郎?

- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- Me gustas tú. ¿Me das tú teléfono y lo hablamos en otro lugar?

- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- ¿Te conozco?

- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- Soy analfabeto, nunca fui al colegio.

- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- Excuse moi. Je ne parle pas espagnol

- Hola, perdona, ¿te gusta leer?
- Tengo un arma y estoy muy loco.

Con esto tengo para unos días, aunque si la situación se prolonga os pediré alguna contestación más.

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Soñar es gratis

Posted by Lorena on 3/24/2009 03:08:00 p. m. in
La ilusión de comprar una casa más grande, preparar las maletas y organizar el viaje esperado, un nuevo coche, cambiar el fondo de armario ahora que llega el buen tiempo, ir más al cine, cenar en ese nuevo restaurante o al menos, rebajar la hipoteca. Soñar es gratis y en los tiempos que corren, pocas cosas que cuesten tan poco se pueden llevar a cabo. Hombres de más de cuarenta y cincuenta en paro, hipotecas que no se pueden pagar ni con dos sueldos, paro, crisis... Hoy todo se gana y se pierde con dinero... ¿Todo? Soñar sigue siendo gratis. Y como soñar es gratis, ahí va uno de mis últimos sueños: que este blog siga adelante con las pocas o muchas, malas o buenas, palabras de cuatro compañeros que siguen soñando en un mundo con el que la palabra pueda a las balas, donde poder informar al mayor número de personas con objetividad e imparcialidad y donde todo el mundo tenga un hueco donde poder expresar lo que siente. Si, en este sueño también me incluyo yo.

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En la ciudad del deseo

Posted by Unknown on 3/24/2009 01:49:00 a. m. in
Recuerdo que vivía en un tercero por el botón que nos iluminó en el ascensor. Habíamos invertido la tarde en el centro de la ciudad, paseando como inquietos desconocidos que hacen más preguntas que recorrido, compartiendo un cucurucho de sabores desagradables para mí, por romper el modelo pregunta-respuesta que dominaban nuestras horas y encadenarme a algo más real. Hacía un sol estival y bastaba con desatender el helado para ver afluentes de caramelo y pistacho avanzando con presura por su mano que rápidamente acortaba con su lengua. El calor ofrecía un entretenimiento más entregado a la imaginación que a la comprensión. En el curso de las averiguaciones íntimas llegué a un punto de excitación que me sugirió más alcohol que paseo para entender la realidad de nuestros deseos. Así fue como llegué a un tercero.
- Ve a la cocina mientras preparo el salón.
Fui sirviendo las copas sin rechistar, recargando la mía ante la incredulidad de las circunstancias que me habían conducido a un hogar extraño. Recuperé la calma con la tercera copa acomodado en un incómodo sofá de piel por el que me deslizaba como un tobogán. Hubo un momento en que sugerí mejor asiento cuando ella llevó su mano a su hombro para masajearlo y nadie objetó. Al instante estaba montado sobre sus nalgas frotando mi sexo sin intermedio y aliviando su espalda con relajantes musculares. Temí que Baco me pasara factura, entonces apelé por el dicho que reza que en las travesías largas es donde uno debe dar la talla. Atravesado medio desierto sorprendentemente mi miembro fue creciendo pese a mi declarada ebriedad. Complací sus peticiones con una loción de menta para apaciguar sus dolores vertebrales, momento en que empezamos a trotar y para cuando quise ser algo más que su dura esponja –o mejor dicho, un parabrisas imperfecto-, un escozor recorrió la cabeza de mi pene. La exclamación la sobresaltó, fue algo así como un rídiculo “me cachis”, se volvió de imprevisto y el jinete dio en el suelo, con lágrimas en los ojos. Apuré la copa, pero sólo ella, sensibilizada con mi picazón, conocía el remedio a mi mal. Se prestó de rodillas a auxiliarme, conforme el manual. Un trabajo de la más exquisita diligencia me devolvió temprano a los cielos de un tercero, borrando cualquier rastro de loción. Bombeaba con magnífico brazo diestro mi sexo que sólo mi estado podría ofrecer disculpa a mi actitud. Hacía ya que mis ojos permanecían ocultos, y lo que en un principio podría interpretarse como una satisfacción sexual pronto se empezó a asumir como una manifestación de somnolencia avanzada. Supuse todo esto en mi fuero interno. Más tarde supe que una revelación mía, fruto de mi inconsciencia, le motivó a seguir lamiendo con frenesí mi órgano sexual. En concreto, el estribillo de una canción que decía algo así como “No pare, sigue sigue”. Sumamente complaciente rastreó con su lengua una fortuna y, maravillas de la vida, me rescató del sueño con energías renovadas para recostarla sobre la mesa del salón. Hasta ese momento no reparé en lo lindo de su sexo, despejado de cualquier herbazal púdico, con sus labios firmes a la espera de un recibimiento honorable. Me pareció tan majestuosa la entrada que hasta me replantee lo inadecuado de explorarla con mi dedo corazón escoltado por mi índice. Por su reacción salí de dudas al instante. Pronto comenzó una carrera de gemidos descontrolados conforme mis dedos entraban y salían tal cual si estuvieran propulsados por un muelle cada vez más tenso. La curiosidad la incorporó de la mesa. Besé sus labios con mi extensa lengua y luego la besé a ella. A petición suya simultaneé la masturbación digital con la oral, convirtiendo aquella sala en un festival orgásmico. Me fijé en su rostro: trataba de mantener apretados los dientes en un empeño por controlar su desmedido placer salido de su boca en forma de grito. Mitad excitación, mitad vergüenza sus mejillas conservaban placas rojas. Debo reconocer que me asustó la idea de que el concierto pudiera derivar en una misa sin párroco. Convine en darle seguridad en su expresión sexual animándole a que no se callara con un acompañamiento creado ipso facto para que gozara el acto en su plenitud. Fue cuando empecé a sentir las primeras vibraciones de su afinado órgano, seguidas de una concatenación de sonidos que proclamaban el advenimiento. Desde lo más profundo brotó un espectáculo de flujos y placer inédito que ningún otro hombre pudo igualar.

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Nuestra aventura

Posted by Luis Antonio Curiel Calleja on 3/21/2009 03:07:00 a. m. in
Parece que fue ayer y ya han pasado varios años desde que comenzamos la aventura de estudiar Periodismo. Una carrera muy gratificante para algunos, un tanto menospreciada para otros y quizás indiferente para el resto. Sea como fuere, lo importante es el esfuerzo que cada uno realiza en su propia vida por aprender, por caminar con paso firme en el día a día,… Y es que, tal y como decía el jesuita Tomás Morales, -especial formador de la juventud durante muchos años-, “al joven, si se le pide poco, no da nada; si se le pide mucho, lo da todo”.
Nuestra sociedad actual nos ofrece numerosas oportunidades para vivir desde la mediocridad y el relativismo, para poner nuestro corazón en esos valores pasajeros, obviando lo realmente importante, aquello que quizás nos haga mejores personas, hombres y mujeres plenos con ansias de felicidad.
Sin entrar en reflexiones filosóficas o teológicas, me gustaría que pensáramos, -cada uno desde su situación concreta-, en las etapas que vamos viviendo, en cómo actuamos y lo que han supuesto en nuestras vidas. Quizás uno de los regalos más preciados es el de la gente que hemos conocido en nuestro caminar de cada día, personas que han dejado cierta huella en nuestras vidas. Por eso, es importante mantener y mimar este hermoso legado, como pilares fundamentales para la vida. Ya lo dice el proverbio, “quien tiene un amigo, tiene un tesoro”.
Termino con unas hermosas palabras que hace varias décadas escribió mi abuelo Cándido en una de las paredes de la bodega (Baltanás, Palencia): “El tiempo pasa, la vida es corta, aprovecha esta ocasión por si acaso no hay otra”. Aprovechemos, pues, las oportunidades que la vida nos va ofreciendo, como medio de dar lo mejor de nosotros mismos, como maravilloso don al servicio de una sociedad en la que creemos como motor de transformación del mundo. Esa verdadera vocación periodística, como muchas veces hemos escuchado en las clases, debe reflejarse en esa definición aportada por el profesor Gabriel Galdón, en la que recuerda que el Periodismo es “ese saber prudencial que consiste en la comunicación adecuada del saber sobre las realidades humanas actuales que a los ciudadanos les es útil saber para su actuación libre y solidaria en la sociedad”.
Comenzamos, pues, una nueva aventura, un camino en el que utilizamos como herramienta la palabra escrita para compartir, para dialogar, para transformar el mundo. Y todo ello aprovechando el momento presente y dando lo mejor de nosotros mismos. ¡Merece la pena intentarlo!

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Bienvenidos...

Posted by Luis Antonio Curiel Calleja on 3/21/2009 03:06:00 a. m. in
Aprovecho la ocasión pasa agradecer a todos los compañeros y amigos de la Facultad de Ciencias de la Información, de la Universidad Complutense de Madrid, los momentos compartidos durante varios años... Y muy especialmente esta iniciativa que nos permitirá estar más unidos y relacionarnos con otras personas... Espero que este Blog sea de vuestro agrado y podáis interrelacionar con los diversos autores.
¡Ánimo con "No hablaremos muertos"!

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Hasta el último momento

Posted by CESAR&CARMEN on 3/18/2009 07:16:00 p. m. in
Siempre esperando hasta el último momento. Eso mismo era lo que recordaba Francis al rememorar su primer trabajo en equipo, hace ya unos años, en la facultad. Cuando le había tocado ejercer como director de aquel número de La Voz Complutense -el periódico que redactaban, maquetaban y editaban los alumnos de periodismo- y se acercaba la hora de cierre sin haber completado los contenidos que exigía el profesor que hacía el papel de editor.
Francis se había ganado esa responsabilidad tras haber demostrado maneras en sus pimeros ejercicios como cronista y redactor jefe. Aunque el objetivo era que todos los alumnos pasasen por los distintos puestos de un periódico, como horas prácticas de la carrera, sólo los alumnos más aventajados llegaban a dirigir una tirada de La Voz.
Por eso en aquel día, ya lejano, a medida que se acercaba la hora del cierre, no podía evitar que sus nervios traicionaran su habitual calma y se comportara como un verdadero director con sus compañeros de clase. Ya había hecho modificar dos veces la estructura formal de varias páginas, y eso que dicha labor la realizaban algunos de sus mejores amigos, Pablo, Bibi y Lena. También había rechazado la columna que escribía J.C. por resultar demasiado explícita, en lo que a sexo se refiere.
-No es censura, Jose. Es que el profesor no me la va a pasar. Además, ¿qué coño es eso de antropofagia? No puedes escribir de cosas normales?

Pensó que podía revisar de nuevo su editorial, aunque había recibido el visto bueno, pero el paso de los minutos sin recibir el material que faltaba le iba provocando una tensión que, sin duda iba a radicalizar el tono templado que se había exigido al tratar el espinoso tema de la concesión de becas.
En realidad, sólo faltaba para cerrar la edición la entrevista de Luis con un catedrático de medicina que, su compañero, se había empeñado en enviar por esa dichosa novedad del correo electrónico, en vez de acudir al aula que usaban a modo de redacción. Pero confiaba en que llegaría a tiempo porque Luis controlaba mucho de informática y estaba muy puesto en nuevas tecnologías. Sin embargo, el caso de Oscar -el otro hueco en blanco que quedaba en su periódico- era distinto. Tenía que llegar con una crítica cinematográfica para la sección de cultura y Francis no las tenía todas consigo. Era un chico algo mayor que el resto del curso y daba la impresión de haberse colado en la facultad, como si su presencia en las clases y en los equipos de trabajo fuera accidental. No era un tío raro, pero cualquiera pensaría que el día menos pensado no volvería a aparecer. Y Francis temía que ese día fuera el del cierre de su único número de La Voz como director. Por si acaso, se había cubierto con un tópico reportaje sobre el museo del Prado de aquella chica tan empollona, destinada a cosechar numerosas matrículas de honor. Pero él había escogido su equipo y le molestaba tener que recurrir a ella.
Aquella edición se cerró en el último suspiro con los trabajos de Luis y Oscar a tiempo. La columna de J.C. causó gran sensación. La labor de maquetación de Pablo, Bibi y Lena fue muy meritoria dada su inexperiencia. Y el editorial de Francis sobre el método de concesión de becas abrió un debate universitario en todo el ámbito de la Complutense.

Todo esto recordaban ahora, varios años después de su primera experiencia práctica de periodismo, tras demasiado tiempo sin verse. Reunidos junto a la barra brindaron con unas cervezas por mantener un blog común, semanal que alimentarían con sus escritos. Muy contentos por su reencuentro, todos firmaron aunque, bien sabían, que seguramente no escribirían hasta el último momento.

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Empezamos

Posted by Javi Montero on 3/12/2009 07:42:00 p. m. in
Beati hispani, quibus vivere bibere est (Afortunados los hispanos para quienes beber es vivir). El juego de palabras en latín pierde algo de gracia cuando se traduce al castellano. En cambio, sí permanecen intactas las dos ideas que contiene esta frase atribuida a Julio César: que los españoles no distinguen entre el sonido de la "b" y la "v" y que son unos borrachos que se pasan el día degustando vino en la taberna. Esto último es falso, pues algunos no hacen ascos a la cerveza que se sirven en los pubs irlandeses.
Pese a a que el mito del periodista indique lo contrario, algunos beben con mesura pues saben que, de no hacerlo, los efectos que se pueden generar son imprevisibles. Este blog es una buena muestra de ello. Fruto de una reunión entre cinco compañeros, esta espacio nace para ejercitar la vocación de sus creadores y recoger cualquier cosa que se les ocurra. No hay restricciones en cuanto a temática, estilo o extensión de los textos. La única obligación será aportar, al menos, una entrada a la semana.
No hay intención de trascender. Probablemente nadie hablará de sus autores cuando hayan muerto ni ellos lo harán desde el otro barrio. Pero en esta vida hay muchas cosas que contar. Que pase el siguiente.

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